jueves, 22 de noviembre de 2012

UN CUENTO BIZARRO SOBRE EL ORGASMO



A María lo que mas lea asustaba, eran los finales. Los finales de película, de libros, de discos; de vacaciones, fin de año, fin de semana, finales de recorrido de los colectivos. La idea de “concluir”,cualquier cosa, se le presentaba perturbadora.
Cada vez que empezaba algo se deprimía. Por que para ella, el principio era vivido, al mismo tiempo, como un final.  Cosa que a María la desesperaba bastante, por su incapacidad de no poder disfrutar de los inicios.
Pero había una cosa, una sola cosa , que le daba bastante curiosidad: era ese único acto que al finalizar  no podía mas que producirle mucho placer. El orgasmo para María, era una paradoja: lo que empezaba allí, era un final en si mismo; acabar.
María podía llegar a tener mas de siete orgasmos por día. Pero no se equivoquen, para ella cada descarga cinestésica, no eran mas que un trabajo de investigación filosófica.

Ella se tocaba en el baño, en el trabajo, en los medios de transporte, en los probadores de los negocios de ropa; para ella, cualquier lugar y momento era bueno, si de orgasmos se trataba.
La plenitud de sus orgasmos, en esos instantes tan ínfimos de conjunción amalgamada de principio-final, de todo-nada, de vacuidad-completud, hacia que María repitiese una y otra vez los rituales, que ella creía, podían hacerle comprender mejor su fobia a lo finito. Pero los estallidos humedecidos de calor psicótico de nada servían para vencer sus miedos. Solo le recordaban el vacío que le dejaba la experiencia una vez que había concluido.
Para María todo lo que no era un orgasmo era un final interminable. Por eso se refugiaba en los placeres mas hedonistas, olvidando así cualquier embuste psíquico, consecuencia de la tremenda ansiedad que le causaba terminar las cosas.
¡Vivir acabando! gritaba y repetía.
Empezar a acabar era lo mas hermoso que María podía sentir.
Y entre los espacios, en los que se volvía a secar su hueco genital, ella esperaba atenta a que cualquier cosa  sorprendiera y la excitara nuevamente, para poder llegar al principio de ese placer mas extremo, enloquecedor, irracional y explosivo…
Ahora, ustedes seguramente están esperando que pase algo; que quiebre la continuación y el sentido de este cuento, que ocurra un acontecimiento que modifique los elementos narrativos y las circunstancias  en la vida de María. Y que concluya de alguna manera diferente, o acaso un final sorpresivo o espectacular.
Pero tengo una mala noticia: en esta cuento no ocurre nada de eso.
María simplemente  sigue experimentando todos los días los mas  asombrosos y fantásticos orgasmos; por lo que seria difícil definir, que es, lo que concluye en esta historia. Porque la que escribe, también tiene terror a terminarla.
La que escribe tambien se asusta de los finales, entonces prefiere vivir en los principios de las descripciones. En los inicios de los ficciones. En los comienzos de los recorridos.
Pero si me pregunto:
¿si los finales no angustiaran tanto, los orgasmos, serian tan intensos y tan placenteros como lo son? ¿la intensidad del presente, es intensidad únicamente por que en algún momento concluye? ¿si todo fuera puro placer interminable, existiría el orgasmo como el final mas exitante?...

viernes, 16 de noviembre de 2012

DESTROZO

Esa noche
de poesias baratas
y bocas borrachas;
de mujeres desnudas
y hombres que arrebatan.

Esa noche de mudos deseos;
de abusos, injurias,
de locos sin miedos.
Penetran el alma
Y duele.
Silencio.
Y tocan, no avisan
y siguen mintiendo

Promiscuidades que atropellan
y que luego se quedan
provocan estragos
marcan la tierra
Y se van con el viento.

El sexo que duele
y desfigura el espejo

Ahora, tu, que no sabes de todo el siniestro
AMA CON TERNURA
como ama la nieve
AMA CON ESPACIOS
asi se aman los que se quieren.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

SILVIO, EL LIBRERO

Silvio trabajaba en la librería de la esquina. El local, era uno de esos lugares antiguos, con olor a humedad, paredes despintarrajeadas. Había libros y más libros por todos los rincones, en estantes, cajones y cajas.  Nuevos, usados, de medicina oriental, fotografías de Europa, filosofía, de política, economía, autoayuda y revistas antiguas.
Conocía el lugar muy bien. Pero eso si, si yo me pasaba horas en su negocio, hojeando y repasando prólogos de libros que jamás leería, era solo para poder quedarme cerca de esa boca que me hacia temblar el cuerpo y las piernas, escondida yo, entre el sector de historia latinoamericana y Literatura oriental.
Ese sujeto que humedecía mis labios de día, hacia mojarme en secreto,  toda entera de noche. Y terminaba sucumbiendo, en mis sueños de librería, con  nuestras pieles pegadas, detrás del mostrador; el dentro mío, mientras sujetaba mi cintura, hasta que estallábamos juntos en un acto de amor.
Si, fantaseaba con Silvio todas las noches antes de dormir; y yo tocaba cada una de mis partes mientras Silvio en mi cabeza, no me paraba de besar.
 
Mis visitas a la librería cada vez se hicieron mas frecuentes.
Yo me había convertido en una experta de nombres de autores y de títulos de best seller en tan solo un mes; pero jamás había podido conversar, mas de cinco minutos con aquel hombre, que me hacia el amor sin que el lo supiese.
Una tarde, en una de mis escapadas perversas al local, mientras buscaba mentirosa, en literatura infantil, Silvio se acerco y por primera vez me hablo.
Por un momento me quede en blanco, lo primero que tenia que hacer era disimular  ese estado de exaltación y lujuria, el cual no podía evitar.
Pensé que iba hacer un encuentro fugaz, en el que el, iba a preguntarme si había encontrado lo que buscaba, entonces yo iba comprar un libro cualquiera, de canciones infantiles, para terminar luego yéndome rendida, hasta volver al otro día, con una nueva excusa literaria.
Pero con Silvio fue más que un encuentro milagroso, nos quedamos hablando el resto de la tarde. Hablamos de todo; menos de libros, ni de  literatura, ni de historia, ni  filosofía; como suele pasar en las tradicionales historias de amor intelectual. No, con Silvio, no; hablamos de cualquier cosa, de plantas, del barrio, de la familia, de los amigos, de los deseos, de los miedos. Tanto hablamos que anocheció sin darnos cuenta. Y  mientras el bajaba la persiana de la librería, me vi como desde afuera, yo ahí adentro, con Silvio, y pensé, que no quería que terminara nunca mas aquel momento especial.
Empecé a sentir que su mirada se  clavaba en mis pupilas como fuego,  mientras se acercaba a mí, cada vez, un poquito más.
Hasta que la distancia de nuestros cuerpos se volvió imperceptible, y podía sentir el calor de su pecho y de mi parte genital. Tomo mi mano y la llevo hasta la bragueta de su pantalón, mientras el, con su boca acariciaba mi cuello y empezaba a escabullirse entre el escote de mi camisa de algodón.
Nos tocamos obscenos hasta que vimos las estrellas entre libros de Freud, Gramsci y Cortazar. Luego profanamos el sector de literatura religiosa, y me penetro ligero, en el estante de psicología Conductual.
Luego de esa noche, no volví a la librería por un buen tiempo.
Quizás Silvio me esperaba todas las tardes, quizás no. No lo se, por que cuando me atreví a volver, el ya no trabajaba mas allí.
No se por que tarde tanto en regresar.
No fue fácil confrontar con la idea, de que ya no era mas una fantasía, si no una posibilidad real.
Mis rituales de librería ya no serian necesarios. Y aunque yo quería a Silvio, quería ese Silvio que había construido yo, ese que se parecía más  a mi, y que jamás dejaría de erotizarme aunque pasaran años de relación.
En un primer momento me apene por su partida, pero en seguida me alegre al saber que lo vería en la noche, en mis noches de sabanas sucias, de trampas, de placeres y secretos. Y decidí por primera vez, entrar a la librería solo para comprarme un libro.

OTOÑO



Voy a escribir verborragica hasta que me sangren los dedos,
por que en esta intensidad de precipicios el ojo no ve el camino y se siente fuego.
Por que en este andar tan firme,
se afilan los cuchillos que luego serán las armas del encuentro.
Así tan veloz el zarpazo como el destierro.
Se deforma la cara de los serios y los tranquilos.
Y me inundo con tu boca y tus miserias que aceptas tan vivo, y mi cabeza que tiembla, como tiembla la tierra, como tiemblan las piernas cuando estas adentro mió.
Como temblamos nosotros cuando vemos el destino; cuando sabemos que lo que vale, vale tanto por finito
Entonces una lágrima que se parece un grito de todo un pueblo se esconde de tus impunes dichos.
El que avisa no traiciona y otra vez y otra vez la intensidad del precipicio.
Por que tan alto volamos entonces? Le dijo este pájaro a su compañero.
Por que abajo el dolor nos mato de espanto…
Pero prefiero mil veces destrozarme en mil pedazos después de haber tocado el cielo. Que morir en la tierra seca después de haberme ganado el miedo

JUEGO DE NIÑAS

Los senos de mi amiga Serafina, eran como dos hermosos pompones de algodón que se exhibían impúdicos, mientras nos cambiábamos en mi cuarto para salir al colegio en Villa Pueyrredon
Me quedaba contemplándolos un largo rato sentada desde mi cama; hasta que ella me descubría observándolos boquiabiertos, y reía hasta no poder mas.
_ te gustan mis tetas, Juana? Reía y la seda de la camisa de la escuela se deslizaba por sus pechos hasta caer por encima del pantalón.
Pero lo que Serafina no sabía era que no solo me gustaban sus senos, si no también sus ojos, sus piernas, sus dedos, su pelo; pero lo que más me gustaba de ella era su manera de besarme. Si, con Serafina nos besábamos, y nos dábamos besos de todo tipo; con lengua, sin lengua, picos, en el cachete, mordiéndonos los labios. Hasta tratábamos de inventar nuevas formas de besar.
A Serafina le gustaba Patricio de  5 b, a ella siempre le gustaban los chicos más grandes.
Yo no era amiga de Patricio, ni amiga de los amigos de Patricio, yo solamente era amiga de Serafina y odiaba la idea de tener que compartir.
Patricio y yo competíamos por Serafina, de eso me di cuenta mucho después de terminado el colegio. En esos años,  mas que competencia, lo que tenia yo era un impulso permanente de querer matarlo a el. Me consolaba pensar que el no la besaba, ni dormía en su cuarto, ni podía mirarla mientras se cambiaba, ni iban al baño juntos como hacíamos nosotras dos.
Pero lo que yo realmente no podía evitar, era que en los recreos, Serafina me hable minutos enteros de Patricio, mientras lo veíamos jugar al fútbol, sentadas en el campito al lado del Aula Mayor.
Ese inexperto, de torso sin bello, con manos grandes y espalda prometedora, hacia que Serafina enrojeciera sin vergüenza, y experimentara con  su cuerpo de puberal-adolescente, sensaciones que todavía eran in atrapables para nuestra prematura edad.
Yo en esos momentos la miraba con recelo, y bañada de cólera y celos; siempre interrumpía sus momentos de éxtasis travieso, con algún chiste tonto, un chisme barato de las chicas de cuarto, o hasta a veces, la sorprendía con un beso largo y le recordaba en seguida de lo importante de nuestra amistad.
Llego una tarde, en la que ella,  perdida totalmente ya entre las fantasías de baños mojados con su amante impoluto, paso todo un día sin hablarme; y yo endemoniada por mis celos que se volvían cada vez mas insoportables, llegue a pensar que si yo no podía tener a Serafina, entonces no la tendría nadie mas.
Y sabia que había algo, que a ella le dolería y la alejaría de el para siempre, pero también sabia, la alejaría de mi.
Ese mismo día, después de terminado el recreo, corrí hasta donde estaba Patricio junto a sus amigos, y a medida que yo, decidía me aproximaba, iba percibiendo la mirada inquisidora de Serafina detrás de mi.
Cuando llegue a su lado, me acerque lo más que pude, hasta sentir el aguijón  desesperado de mi amiga, que se encontraba del otro lado del corredor; y le dije suavemente al odio, a mi odiado Patricio, si quería besarme.
Sabia por mis atributos corporales prematuros, que el no se iba a negar.
Y allí delante de toda la escuela, pero principalmente delante de Serafina, el acerco sus finos labios rojizos hasta encontrarse con los míos, y me beso.
Por un minuto, pensé que podía morir; empecé a sentir algo húmedo que me hacia abrir la boca un poco mas.
Ese beso de lengua, no era el mismo que me daba con Serafina. Era un beso que atravesaba mis entrañas, mi garganta y llegaba hasta el vientre para hacerme estremecer. Humedecí.
Enceguecí, olvide mi nombre, el suyo y mi lugar. Temblé en sus manos. Y mis manos traicioneras se dejaron manejar.
Despegarnos costo la vida, y los ojos de Patricio, de pronto se convirtieron en  el cielo, su sonrisa en paraíso, y su boca en el mar.
Me había enamorado.
Había tenido mi primer orgasmo, delante de testigos inocentes, delante de Serafina, delante de el. Había perdido la cordura.
Serafina, como era de esperarse, nunca mas me hablo. Terminamos la escuela y perdí su rastro.
Con Patricio fuimos novios hasta la secundaria, hasta que me dejo, por la que era, en ese entonces, mi mejor amiga: Ambar.
Hoy revelo esta historia, por que me pregunto, que hubiese pasado si no lo besaba, que hubiese pasado si Serafina se quedaba con el, si yo no me enamoraba, primero de ella. 
Y mas me pregunto: ¿El sexo, puede mas que la amistad?

DES-IDENTIFICACION



Una noche amaste tanto
que te comiste mi cuerpo
te pido, me des mis partes
Es que, sin mis ojos me pierdo
sin mis brazos no abrazo
sin mis piernas no puedo
Te pido me des mi boca
Que sin ella no beso.

¿Sabor a que?
sabor a distancia.
¿Sabor a que?
a cuerpos pegados
Me distraigo un segundo
y huelo tu olor

Gusto a dolor en la boca
se endulza con el tiempo
y pierde intensidad

¿sabor a que?
¿sabor a quienes?
¿cuantas bocas tendran que
pasar para olvidarte?
bocas distintas a las tuyas
que siempre se van a parecer

te digo, besa olvida mi nombre
con otros nombres
perdete entre otros cuerpos
¿no era eso lo que querias?
me miras extrañado de tanta verdad

MALENA


La traicione, le mentí, abuse de su confianza e inocencia.
Todo para hacerla mía y embestirla salvaje entre el modulo de ciencias naturales y geografía, en el aula principal.
Diecisiete años tenía apenas Malena cuando la vi entrar por primera vez: un pasillo largo hasta llegar a preceptoria; y ella a lo lejos que se acercaba; movía sus piernas y su cintura, con ese provocativo y despampanante uniforme escolar.
Voy a confesar, no fue su prematura edad ni su tendenciosa manera  de subirse la pollera hasta el cuello lo que me movía  a desesperarme de esa manera tan salvaje; si no que detrás de toda esa virgen fachada  se escondía la mujer mas adulta que había conocido jamás. En serio lo digo, una mujer solida, decidida, segura, una mujer que yo, solamente yo pude revelar detrás de ese disfraz crédulo de niña precoz.
¡Ella era la que me hurgaba cochina con su mirada media tímida media voraz, desde el patio, en los recreos, después de la clase de ingles¡
¡Ella era la culpable de mis ataques vespertinos, y de mis frustraciones y desdichas amorosas ¡
Me acuerdo, cada vez que salía de la escuela, las tardes se me volvían insoportables y el ocaso me devolvía el recuerdo de su pelo, su piel y sus uñas pintadas cada una de diferente color. El sol se ocultaba entre los edificios de colegiales y yo como drogado repetía su nombre hasta que ya no distinguía más ninguna situación: Malena¡…Diecisiete años tenías…Malena y yo era su preceptor.
Le dije que la esperaba por que estaba preocupado por sus faltas y que necesitaba hablarle de su inestable desempeño escolar.
Mi lindo angelito, se dio cuenta en seguida que yo de ella quería algo más y no precisamente sus notas de Química ni su Trabajo Práctico de Naturales era lo que me llamaba la atención.
Sensual, atrevida y misteriosa, Malena respondió a mi cita y me vino a buscar hasta el aula principal que quedaba en el subsuelo, pasando el comedor:
Las gotas de transpiración delataban mis ansiedades mas sexuales, y ella con una tranquilidad gozosa, sin decir una sola palabra,  empezó lentamente a desabrocharse de a uno, los botones del uniforme, que iban desapareciendo entre esos senos que brotaban desde su corpiño jovial
-Pendeja incauta, que linda que sos chiquita impoluta. Me pedía que le diga mientras nos revolcábamos entre los escritorios y las sillas, y nos embarrábamos de tiza pegados al pizarrón.
Ella se dejaba escurrir débil e inocente entre mis brazos de hombre maduro. Y me miraba desconcertada pero entregada a tanta pasión
Tres horas de lucha ardiente y descontrolada, inolvidable lucha carnal,, antes de que llegara Roberto, el rector.
Muerto de vergüenza presentÈ, yo solo, mi renuncia; y por suerte los padres no levantaron cargos, creo que ella los convenció.
A Malena la cambiaron de colegio… pero jamás supe que paso.
Malena…Diecisiete años tenías…Malena y yo era su preceptor.